El destino de Betsy Tilman | Camille Robertson

Betsy Tilman siempre tiene razón. O quiere tenerla. O cree que la tiene. En todo caso, nunca da el brazo a torcer. Salvo honrosas excepciones: el viaje a las tierras del vizcondado de Torrington, donde vive su mejor amiga, Connie Flint, la actual vizcondesa, que está a punto de dar a luz, es una de las raras ocasiones en que deja de lado el criterio propio. Accede a viajar junto al hermano de Connie, su empleador, a pesar de que poco tiempo pueden estar sin gritarse.

Betsy Tilman, cabe aclararlo, es una mujer decidida, con ideas de avanzada para el siglo xix, pero, sobre todo, independiente: desde muy joven ha tenido que ganarse la vida y adora la libertad que le otorga no depender de otro. Y, a pesar de las constantes discusiones con Matthew Flint, no deja el empleo bajo su tutela, porque se ha encariñado con el resto de los miembros de la familia. O eso dice.

En el viaje, para evitar los altercados continuos, ambos urden una apuesta: el que se irrite con el otro deberá pagar una prenda. Los resultados de esa nueva situación son tan imprevistos como la historia de la bestia que asola los bosques del condado de Torrington, que escuchan al llegar.

Entonces, las cosas se precipitan: la desaparición de Betsy, el esfuerzo denodado de Matthew por encontrarla, un casamiento imprevisto e hilarante, el deseo del uno por el otro, un nacimiento, una nueva desaparición y el misterio insondable del monstruo que acecha la vida de todos.


Camille Robertson, después de El destino de Connie Flint, vuelve con una novela de la misma familia, entre la tradición romántica de Jane Austen y el Oliver Twist de Dickens. Con desparpajo e intensidad, relata la historia de dos obstinados que se empecinan en compartir un destino.

 

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Betsy Tilman siempre tiene razón. O quiere tenerla. O cree que la tiene. En todo caso, nunca da el brazo a torcer. Salvo honrosas excepciones: el viaje a las tierras del vizcondado de Torrington, donde vive su mejor amiga, Connie Flint, la actual vizcondesa, que está a punto de dar a luz, es una de las raras ocasiones en que deja de lado el criterio propio. Accede a viajar junto al hermano de Connie, su empleador, a pesar de que poco tiempo pueden estar sin gritarse.

Betsy Tilman, cabe aclararlo, es una mujer decidida, con ideas de avanzada para el siglo xix, pero, sobre todo, independiente: desde muy joven ha tenido que ganarse la vida y adora la libertad que le otorga no depender de otro. Y, a pesar de las constantes discusiones con Matthew Flint, no deja el empleo bajo su tutela, porque se ha encariñado con el resto de los miembros de la familia. O eso dice.

En el viaje, para evitar los altercados continuos, ambos urden una apuesta: el que se irrite con el otro deberá pagar una prenda. Los resultados de esa nueva situación son tan imprevistos como la historia de la bestia que asola los bosques del condado de Torrington, que escuchan al llegar.

Entonces, las cosas se precipitan: la desaparición de Betsy, el esfuerzo denodado de Matthew por encontrarla, un casamiento imprevisto e hilarante, el deseo del uno por el otro, un nacimiento, una nueva desaparición y el misterio insondable del monstruo que acecha la vida de todos.


Camille Robertson, después de El destino de Connie Flint, vuelve con una novela de la misma familia, entre la tradición romántica de Jane Austen y el Oliver Twist de Dickens. Con desparpajo e intensidad, relata la historia de dos obstinados que se empecinan en compartir un destino.