En un mundo futuro, donde el planeta entero es una gran corporación, son los CEO’s los que gobiernan.En ese mundo, en el que un edificio puede albergar a una ciudad entera de empleados que viven en su lugar de trabajo para no distraerse, todo parece pautado, previsto, rutinario.Todo salvo un asesinato.
En un futuro indeterminado, ya no hay nada por fuera de las empresas que, a su vez, pertenecen a un único megaholding. Las oficinas de las empresas del grupo se concentran en un edificio descomunal donde los empleados y ejecutivos trabajan, viven y practican el ocio sin salir de esa mole de cemento. Toda la vida se resume en un mismo lugar, uno que, incluso, imita los lugares del afuera, eso que ahora es amenazante. Nadie quiere vivir en ese afuera.
La opresiva calma de la vida en el megaholding se ve alterada cuando una serie de muertes comienzan a sucederse. Imprevistas, impensadas, nadie es capaz de saber qué hacer con eso. Es como si en ese mundo de CEO’s y ejecutivos nada pudiera salir mal, como si las anomalías no pudieran existir.
Escrita con humor, plagada de una lengua inventada, la novela se mueve entre el ciberpunk de Philip K. Dick y la mejor tradición policial inglesa. Con una prosa irreverente, El planeta de los CEO’s nos interpela con un espejo que deforma para devolvernos una imagen exacta de nosotros mismos.