Un amor tranquilo, como quien va por las tardes a sentarse frente a un lago, que apenas puede ser perturbado por la lluvia. Ese amor rivaliza contra otro más impetuoso, como el mar que golpea con fuerza la roca, pero que también puede ser calmo, acariciar con suavidad la playa. Una novela sobre la sorpresa, sobre elegir entre el lago y el mar, entre la quietud que contenta y el sobresalto que abriga.
Anna ha estado toda la vida enamorada de Peter. Han crecido juntos, se han correspondido en un amor que los dos consideran eterno. Claro que los sentimientos quedan de lado cuando se tejen las alianzas políticas y económicas. Es lo que sucede cuando el padre de Anna decide que ella debe casarse con lord Robert Hollway, marqués de Cornway, para que el marquesado tenga un heredero. Luego de dos infelices años, infructuosos en la búsqueda de un hijo, el marqués muere. Anna cree, entonces, que podrá volver a Peter, como quien vuelve a sentarse a la orilla de un calmo lago.
Sin embargo, el pacto no se ha cumplido: no hay heredero para el marquesado de Cornway, lo que obligará a Anna a casarse con Ralph, el hermano menor de Robert. Ralph la conmoverá con la fuerza de un mar embravecido, la cobijará cuando debe enfrentarse a lo que desea y la llevará a tomar una decisión: el lago o el mar, más allá de cualquier imposición o circunstancia.
Lola Rey, una vez más, escribe sobre los vínculos entre hombres y mujeres que se ven enfrentados a sí mismos, que desafían las normas impuestas desde afuera, que deben elegir ser quienes son.
Un amor tranquilo, como quien va por las tardes a sentarse frente a un lago, que apenas puede ser perturbado por la lluvia. Ese amor rivaliza contra otro más impetuoso, como el mar que golpea con fuerza la roca, pero que también puede ser calmo, acariciar con suavidad la playa. Una novela sobre la sorpresa, sobre elegir entre el lago y el mar, entre la quietud que contenta y el sobresalto que abriga.
Anna ha estado toda la vida enamorada de Peter. Han crecido juntos, se han correspondido en un amor que los dos consideran eterno. Claro que los sentimientos quedan de lado cuando se tejen las alianzas políticas y económicas. Es lo que sucede cuando el padre de Anna decide que ella debe casarse con lord Robert Hollway, marqués de Cornway, para que el marquesado tenga un heredero. Luego de dos infelices años, infructuosos en la búsqueda de un hijo, el marqués muere. Anna cree, entonces, que podrá volver a Peter, como quien vuelve a sentarse a la orilla de un calmo lago.
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